La necesidad de una correcta motricidad fina y su importancia para el desarrollo de las AVD’s.
18 octubre 2021 | en Fonema., Terapia Ocupacional
Escribir, coger un juguete, comer con tenedor, son pequeños ejemplos en los que la motricidad fina juega un papel fundamental en el desarrollo psicomotor. En esta entrada os explicaremos qué es y cuales pueden ser las señales de alerta.
Hace tiempo expusimos una entrada sobre la importancia de tener un buen control de la motricidad gruesa, muy necesaria para cualquier actividad que conlleve movimientos amplios como jugar al futbol, andar o montar en bicicleta. Si esa motricidad gruesa no está coordinada correctamente, la motricidad fina (la cual explicaremos en este post) se verá afectada.
La motricidad fina es la coordinación de las partes y órganos del cuerpo (músculos, huesos y nervios) necesarios para la realización de movimientos precisos, coordinados y controlados con las zonas más distales del cuerpo, es decir manos y dedos, realizando con ello movimientos voluntarios. Muchas de estas actividades están presentes en el día a día de cualquier persona como cambiarse de ropa, alimentarse, usar un lapicero, escribir en un ordenador, etc. Estas competencias irán adquiriéndose a lo largo del desarrollo psicomotor del niño, pero que muchas veces pueden tener dificultades tanto en su aprendizaje como en su automatización.
Para que exista un control correcto de la motricidad fina, es necesario que haya una planeación de la ejecución de la actividad que queremos realizar, una correcta fuerza muscular y una sensibilidad acertada, puesto que con estos rasgo, junto con el tiempo y la práctica, ayudarán a crear una correcta coordinación. Actividades tan sencillas como recortar con tijera, dibujar círculos, escribir con un lápiz, doblar ropa y/o apilar bloques, ayudan a mejorar estas destrezas sensomotoras en la persona. Aunque no solo realizamos actividades de motricidad fina con las manos, puesto que el habla, la cual es importante recalcar la correcta coordinación de los órganos bucofonatorios como la lengua, los labios y las mejillas, necesitan de una destreza.
Es importante explicar que no solo se debe fomentar la manipulación de la motricidad fina en niños, sino también en edades avanzadas, ya que enfermedades como la artritis y la artrosis, u otras más severas como la ELA, EM y/o Alzheimer, van perdiendo esta habilidad con el paso del tiempo, y es necesario reforzar para evitar su pérdida.
Podemos encontrarnos diferentes alteraciones en cuanto la destreza de la motricidad fina, como son la inestabilidad motriz, dispraxia o apraxia (incapacidad de controlar el movimiento), alteración del esquema corporal, alteración del tono y/o fuerza muscular, y retraso madurativo. Todo ello es necesario de trabajar antes de pasar directamente a trabajar la motricidad fina.
Es conveniente realizar actividades adecuadas al desarrollo neuromotor según la edad que corresponda:
- De 0 a 6 meses: presentarle objetos delante para que alce los brazos e intente agarrarlos, como sonajeros, llaves de juguete, etc.
- De 7 a 12 meses: pasar un objeto de una mano a otra, tirar objetos al suelo y buscarlos con la mirada, golpear juguetes, sacar y meter objetos de un recipiente.
- De 1 a 2 años: golpear juguetes para que hagan sonidos, encajar, sacar, garabatear dibujos.
- De 2 a 3 años: colocar cubos, construir torres de hasta 8 bloques, hacer puzzles de 2 o 3 piezas, encajar piezas en un tablero, usar la plastilina para hacer churros.
- De 3 a 6 años: puzzles de 4 a 6 piezas, realizar trazos en zigzag, recortar con tijeras infantiles, usar el pegamento para un collage, usar pinchitos.
- A partir de 6 años: moldear plastilina, ropa de hilar, construcción de bloques, actividades de prensión y destreza para la pinza digital.
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